Fundación Casa Ducal de Medinaceli

En su historia

Yo, don Francisco de los Cobos, Comendador Mayor de León, Contador Mayor de Castilla, del Consejo de Estado del Emperador don Carlos, Rey de España Nuestro Señor; Señor que soy de las villas de Sabiote, Torres y Canena ... mandé hacer una iglesia que tengo comenzada a edificar junto con el hospital de San Salvador, so la vocación del Salvador, en la Ciudad de Úbeda".461  Con estas palabras que encabezan los estatutos de la Capilla y por tanto escritas para la eternidad en 1544, en el cénit de su meteórica ascensión social, económica y política, se presentaba a sí mismo y su proyecto funerario el que en esos momentos era, junto con Nicolas Perrento de Granvela y el Cardenal Tavera, uno de los consejeros más influyentes del Emperador.

La Capilla de El Salvador aparece hoy como una unidad aislada, pero fue concebida por Francisco de los Cobos dentro de una compleja operación urbanística que suponía la transformación de una manzana completa de la irregular y saturada retícula urbana de la collación de Santo Tomás. Además de la erección de este panteón funerario cuya fachada abría al único espacio libre de la ciudad, el entonces Llano de Santa María y hoy Plaza Vázquez de Molina, comprendía la ampliación de la vieja casona paterna para transformarla en gran palacio, la rehabilitación del Hospital de los Honrados Viejos de El Salvador y la creación de un Estudio General. Con esta operación se inicia la transformación del trazado urbano de Úbeda que, al realizarse casi íntegramente antes de finalizar el siglo XVI y tener como principales promotores a parientes y hechuras de Francisco de los Cobos, adquiere una sorprendente coherencia formal.

Tan ambicioso programa no es fruto del azar, sino de un paciente diseño en el que el contacto con la sociedad y el arte italianos juega un papel primordial.  A mitad de la década de 1520 todavía su proyecto de panteón familiar era relativamente modesto, una capilla adosada a la iglesia parroquial de Santo Tomás,462 y, sin embargo, Francisco de los Cobos tenía ya una posición social relevante: por su matrimonio en 1522 con la joven María de Mendoza y Sarmiento, hija de los Condes de Ribadavia, había emparentado con uno de los linajes más poderosos de Castilla, los Mendoza, era miembro del Consejo Real y dominaba el recién creado Consejo de Hacienda. 

Es en el primer quinquenio de la siguiente década cuando empiezan a aparecer los primeros elementos de un diseño complejo. Dos fallecimientos casi simultáneos ocurridos en 1530, el del Gran Canciller, Mercurio Gattinara, y el de su padre, Diego de los Cobos, actúan como una cesura simbólica que evidencia en la esfera pública y privada su extraordinaria promoción social.

En  1529, Carlos V había aprobado el nombramiento de Cobos como Comendador Mayor de León primero y Consejero de Estado después. Con el primer nombramiento recibía la más alta distinción a la que podía aspirar un cortesano de su condición, pues sólo había dos encomiendas mayores de la Orden de Santiago, la de Castilla y la de León y que ésta última hubiera estado anteriormente en manos de Hernando de Toledo, hermano menor del Duque de Alba, da una idea de su relevancia social.  El segundo, significaba entrar en el selecto grupo del Consejo Privado del Emperador y pasar de ser el más poderoso consejero de la política hacendística y castellana a serlo también de la imperial y especialmente de los asuntos relativos a la Santa Sede y a los estados italianos, máxime cuando Carlos V, a la muerte del Gran Canciller Gattinara, decidió asumir personalmente la dirección de la política imperial y valerse de Granvela y Cobos como consejeros mayores y agentes de su diplomacia. Durante la década posterior a la coronación imperial de 1529 en Bolonia, el Comendador Mayor acompañará al Emperador en todos sus viajes, lo que le pondrá en contacto con Italia y con el prestigio que la arquitectura y el Arte concedían a los grandes señores del Renacimiento. 

A la muerte de su padre, ocurrida durante su estancia en Italia, heredó la vieja casa familiar, solar de su linaje del que se convierte en pariente mayor, en un tiempo en que ya era cabeza indiscutible de una nueva red de patronazgo y honor incomparable en términos de riqueza y poder con la dimensión local del linaje en el que había nacido.Esta nueva posición social habría de quedar reflejada en su ciudad natal mediante la renovación de los signos de identidad del linaje, el palacio y el panteón, buscando a un tiempo la identificación de los mismos con el solar de sus antepasados y la proclamación del nacimiento de una nueva rama que tendría al Comendador Mayor como su fundador.

Desde principios de los años 30, mientras Cobos permanece en Italia, sus agentes en Úbeda van adquiriendo casas, once en total, contiguas a la casona de sus progenitores con el fin de ir conformando el solar donde edificar el conjunto edilicio que el Comendador Mayor quería erigir en su perpetua memoria. A estas once casas se agregan en 1534 los terrenos cedidos por la Hermandad de los Venerables ancianos del Divino Salvador con los que el futuro capellán Mayor de El Salvador, Deán de la Catedral de Málaga y principal agente de Cobos en Úbeda, Fernado Ortega, había alcanzado un acuerdo que establecía, entre otras cosas, que en los mismos habría de erigirse un templo con una gran nave y una Capilla Mayor que coincidiera con un altar ya existente. 

Las obras comenzaron hacia 1532 por la ampliación de la casona paterna para trasformarla en gran palacio, para lo cual volvió a recurrir al arquitecto real Luis de Vega que ya había trabajado para Cobos en la remodelación de su palacio vallisoletano (posteriormente Palacio Real y hoy Capitanía General) y se irán sucediendo en toda la manzana hasta que en 1559, doce años después de la muerte del Comendador, se consagre la Capilla.

Al tiempo que iniciaba las obras de su palacio, suplicó al Papa Paulo III, con quien negociaba la convocatoria de un concilio, que expidiera la correspondiente bula de erección de una nueva Iglesia bajo la advocación de El Salvador y de autorización de la transferencia a la misma de los privilegios, beneficios e indulgencias que tenía concedidos la Capilla de la Concepción. Esta gracia le fue otorgada el 2 de febrero de 1535 y seguidamente encargó el proyecto a Diego de Siloé quien ya tenía dibujadas las trazas en 1536 cuando se firmaron las condiciones de la fabrica de la Iglesia con los canteros Andrés de Vandelvira y Alonso Ruiz.

En este contrato, por primera vez en España, aparece el término arquitecto y además con un significado plenamente moderno pues distingue entre "maestro arquyteto" cuyas funciones son "dar debuxadas e traçados todos los moldes asy de colunas como de basas e capiteles e molduras e arcos de capillas [...] e que no lo haziendo asy, cada y cuando que venga a vesytar la dicha obra pueda hazer quytar e desbaratar e derribar todo lo que tal no fuere conforme a su moldes e traças", papel que le corresponde, como queda dicho, a Diego de Siloé y "maestro o maestros que de la obra tuvieren cargo" encargados de la ejecución material del proyecto, puesto que van a ocupar los referidos canteros Andrés de Vandelvira y Alonso Ruiz.463

Poco después, entre 1537 y 1539, Francisco de los Cobos formó un gran estado señorial mediante la adquisición al emperador de las villas jiennenses de Sabiote, Torres y Canena, pertenecientes a la Orden de Calatrava las dos primeras y a las de Calatrava y Santiago la última.  Gracias a la negociación de Cobos,  Carlos V había obtenido del Papa una bula por la que le autorizaba, en su calidad de Gran Maestre de las Órdenes Militares, a enajenar propiedades de las mismas y venderlas al mejor postor para destinar sus  fondos a financiar la guerra contra el turco.

Su nueva condición de gran señor territorial debió hacerle dudar sobre la continuidad de la fábrica de Úbeda, pues en 1539 paralizó la obra y por su sobrino, Juan Vázquez de Molina, sabemos que barajó la idea de trasladar el proyecto a su villa de Sabiote.

En 1540 sus dudas se disiparon y prosiguieron las obras con un nuevo contrato en el que Vandelvira y Alonso Ruiz aparecen como únicos responsables de la obra. Ambos seguirán de forma fidedigna el proyecto de Siloé, al menos para la nave y rotonda, añadiendo una nueva portada y una Sacristía cuya paternidad no aclaran los documentos. La portada principal habría de seguir el modelo de Siloé de la Puerta del Perdón de la Catedral de Granada y la sacristía prevista por Siloé se convirtió en antesacristía que da acceso, mediante una portada en esviaje, que demuestra el dominio que de la estereotomía tenía Vandelvira, a un cuerpo longitudinal situado en ángulo oblicuo respecto de la nave rozando  tangencialmente la rotonda.

Poco después, hacia 1541, llegó a la fábrica de El Salvador el escultor de origen francés, Esteban Jamete, quien ya había trabajado para el Comendador en su palacio de Valladolid,  con el objeto de esculpir el programa iconográfico que para las fachadas y la Sacristía había ideado el deán de la Catedral de Málaga y futuro Capellán Mayor de esta capilla funeraria, Fernando Ortega Salido.

Paralelamente se fueron adquiriendo las reliquias, el ajuar y los muebles necesarios para la dotación de la Capilla. Así, el canónigo de la Catedral de Toledo, Diego López de Ayala, encargó en la ciudad imperial, como apoderado de Cobos, diversas piezas de orfebrería para el ajuar de la Capilla al platero Francisco Martínez de San Román en 1541. Estas adquisiciones de ricos ornamentos litúrgicos, que se irán sucediendo en progresión decreciente hasta el siglo XVIII, se agregaban a un conjunto notable de obras de arte que el Comendador había ido reuniendo a lo largo de sus viajes por Europa al servicio del Emperador. En esta colección, que incluía desde un importante conjunto de primitivos flamencos hasta una serie de cuatro cabezas relicarios de vírgenes mártires, habría que destacar especialmente La Piedad que Ferrante Gonzaga encargó a Sebastiano del Piombo para obsequiar al Secretario Imperial, el San Juan Bautista niño que según Argote de Molina el Senado veneciano regaló al Comendador y que Gómez Moreno atribuyó a Miguel Ángel  y la Magdalena Penitente de Giovanni Antonio Bazzi que el Obispo de Avila, Alvaro de Mendoza, regaló a su hermana María, la mujer de Cobos.

A mediados de esta década de 1540, la salud del Comendador empezó a resentirse, por lo que en febrero de 1547 abandonó Madrid y se dirigió a su ciudad natal de Úbeda, en la espereanza de que el cambio de aires le ayudara en el restablecimiento. Sin embargo, la recuperación no llegó y el 10 de Mayo de 1547 expiró en su palacio ubetense siendo enterrado provisionalmente en el que había sido su primer proyecto funerario, la Capilla de la Concepción de la parroquia de Santo Tomás.

Afortunadamente su viuda, María de Mendoza, treinta años más joven que él, le sobrevivirá cuatro décadas por lo que tuvo tiempo no sólo de concluir la fábrica de la Iglesia que Francisco de los Cobos apenas pudo ver más que en sus comienzos, sino de dictar nuevos estatutos y de regular el funcionamiento de la institución.

Por fín en 1559 llegaba la consagración de la iglesia tal y como reza una inscripción en uno de los pilares laterales del templo, "Consagró esta Sacra Iglesia el Rmo. Dn. Diego Tavera de buena memoria, Obispo que fue de Jaén. Domingo 8 días de Octubre de 1559 a. Presidiendo en la Silla de S. Pedro Pío Papa cuartos y Reinando en España Phelipe II de este nombre".

No obstante, el alhajamiento interior del templo continuó. Así en 1561, el maestro entallador Blas de Briño entregó la sillería del Coro alto que le había sido encargada, en un pliego de condiciones redactado por Andrés de Vandelvira, en 1556. Por los nuevos estatutos de 1568 sabemos que María de Mendoza había formado una capilla musical. Poco después encargó un órgano al maestro granadino Diego de Sanforte  que fue entregado en 1583. Este maestro organero pretendió soprender con la registración haciendo combinaciones "muy galanas y estrañas y son misturas muy nuevas y peregrinas que fasta agora no se an visto no oido en España, sino es en Sevilla".488

No se olvidó tampoco, María de Mendoza, del proyecto de Estudio General al que se había comprometido junto con su difunto esposo y que había sido autorizado por bula de 1545, pues en 1570, en carta dirigida al capellán Mayor, Domingo de Ocón, le volvía a  insistir en algo que ya le había recordado personalmente en la visita que hace a la capilla en 1568: la necesidad de iniciar cuanto antes la construcción del "estudio general en donde se leyesen lecciones y se diese cualquier grado de enseñanza así como en Bolonia, París, Salamanca o Alcalá". Poco después, sin embargo, ante el incremento de los gastos de la fábrica de El Salvador y de los salarios de sus cada vez más numerosas capellanías, María de Mendoza solicitó y obtuvo del Papa Gregorio XIII la exención de esta obligación que quedó reducida al sufragio de dos catedras, una de latinidad y otra de retórica. Es posible, como señala Montes Bardo que en la frustración de este proyecto tuviera algún papel la decidida orientación escolástica de la joven Universidad de Baeza,489 pero, en cualquier caso, los tiempos del erasmismo, que había fecundado y dado forma al proyecto de Estudio General, quedaban muy lejos y la prioridad de las capellanías sobre las cátedras era un signo de los nuevos tiempos.

En 1587 falleció María de Mendoza y, salvo pequeñas intervenciones en el siglo XVII, habrá que esperar hasta la segunda mitad del siglo XVIII para ver nuevas obras en El Salvador, coicidiendo con que el marquesado de Camarasa y, por tanto el patronazgo de la Capilla, recayó sucesivamente sobre tres hermanas solteras.

 

 

«« AnteriorPágina 1/7Siguiente »»

Cronología

Previsualización de la cronología de la Capilla

Este eje cronológico está concebido como instrumento didáctico que, a modo de paseo virtual a través del tiempo, permite recorrer rápidamente la historia del edificio desde su construcción hasta la actualidad.

Está concebido en cuatro niveles contextuales que de abajo a arriba son: la historia de la Casa de Camarasa, la de la Capilla, la de Úbeda y la general. 

Cada momento de la historia del monumento está ilustrado con unas fotografías situadas en primer plano que al pulsarlas dan acceso a una breve explicación de un aspecto concreto.

En el fondo, como escenario espacio-temporal, aparecen imágenes de otros edificios ubetenses construidos aproximadamente en la época que indica el ancho que ocupan.

Para desplazarse hacia el presente o el pasado, use las flechas de los ángulos inferiores.