La familia de los Ribera tomó bajo su protección el Monasterio de Santa
María de las Cuevas de Sevilla, famoso centro de devoción y estudio en
el siglo XV. En 1491 D. Pedro Enríquez solicita al prior del convento
el derecho de enterramiento de él mismo y sus descendientes. Su hijo
Fadrique, I Marqués de Tarifa, a la vuelta de su peregrinación a
Jerusalén, quiso evocar las glorias de su linaje representando en este
edificio las efigies de los miembros de su familia, que tanto habían
luchado por la reconquista de Andalucía. Don Fadrique le hace el
encargo a Pace Gazini pero éste muere en 1522 habiendo realizado
solamente el de su madre, por lo que el resto del encargo lo ejecuta
Antonio María Aprile. Siendo la familia de los Aprile otra saga de
picapedreros y viviendo muy cerca, es normal que se conocieran entre
sí. Pedro Enríquez era tío carnal del rey católico y Adelantado Mayor de Andalucía, su sepulcro es una obra funeraria que sigue los esquemas del estilo plateresco. Presenta un gran arcosolio con variada decoración. El yacente está ataviado con traje de milicia y rostro nada idealizado. La urna donde reposa viene a tener sirenas aladas que portan las almas de los escogidos en el Paraíso. También hay que destacar a los ángeles que portan antorchas invertidas tras acabarse la existencia y simbolizan a Thanatos e Hipnos, dioses gemelos. Por último reseñar el relieve del Calvario, la Resurrección o el "Noli me Tangere". Esta obra de Aprile constituye una de las piezas más relevantes dentro del arte funerario del Renacimiento. Durante el periodo en el que el Monasterio fue utilizado como fábrica de cerámica los sepulcros fueron trasladados al Panteón de Sevillanos Ilustres (Iglesia de la Anunciación), serían reubicados en su lugar original tras las obras de rehabilitación que tuvieron lugar antes de la Exposición Universal de 1992.